GilBartolomé Arquitectos presentan una vivienda bella e innovadora situada en la Costa de Granada, en un acantilado junto al mar.

Pablo Gil y Jaime Bartolomé, directores de GilBartolomé Arquitectos, han proyectado la vivienda, que se sitúa en una ladera junto al mar Mediterráneo y es el resultado de un encargo privado. Los clientes, un matrimonio joven de Madrid, apostaron por promover una vivienda en una difícil parcela de 42º de inclinación. El reto era conseguir una arquitectura integrada en el bello paisaje, en una difícil parcela, y con unos espacios interiores orientados al mar y diseñados para el disfrute de la buena vida. Las soluciones técnicas innovadoras utilizadas y la incorporación de procesos artesanales han permitido reducir los costes. Elementos como el mobiliario y la cubierta, que son los grandes protagonistas de la vivienda, se han construido mediante procesos de fabricación artesanal tras un complejo desarrollo de diseño que ha incorporado definiciones digitales, simulación por ordenador y desarrollo y utilización de patentes innovadoras. Estos dos componentes que determinan el resultado general son complejos y únicos y ofrecen un valor añadido a la vivienda.
Esta obra es el último proyecto de GilBartolomé Arquitectos y representa un golpe en la mesa en el contexto deprimente de la construcción en España: nos muestra la posibilidad de hacer una arquitectura innovadora técnicamente, volcada en el disfrute del usuario, culta, bella y vanguardista.
La Casa Campos tiene dos elementos complejos que han sidoeconómicamente viables gracias a la técnica: la cubierta, realizada conun sistema de encofrado artesanal muy eficiente de mallas metálicas deformables, que se ha fabricado a un coste muy inferior con respecto a las opciones que se emplean habitualmente en construcción (encofrado de madera o estructura de acero), y la cubierta de escamas de zinc, que han sido fabricadas artesanalmente a partir de material en bobinas y colocadas sobre rastreles, reduciendo el costeen comparación con los sistemas prefabricados que ofrece la industria de cubiertas y los instaladores. Así mismo, la fabricación de los muebles es completamente artesanal a partir de modelos digitales.

Un edificio bello y útil no tiene por qué ser un edificio caro

Los industriales de la construcción y grandes promotores que han ido produciendo edificios de muy baja calidad y poco valor añadido han creado una cultura arquitectónica de baja exigencia y resignación por parte del usuario, instalando la idea de que la arquitectura que nos rodea es una consecuencia inevitable del control de costes y de la profesionalización de la construcción. Esta casa demuestra que otra construcción es posible, y que el promotor y el usuario tienen la posibilidad de obtener un mejor producto. Es una cuestión de ilusión, trabajo y compromiso entre el promotor y el arquitecto conseguirlo junto al resto de los profesionales que han participado en la obra, quienes consideraron que el reto valía la pena y no han dudado en hacer un esfuerzo extra y participar creativamente en la definición y ejecución de los trabajos.

Aprovechar los excelentes profesionales españoles

Es común considerar que la mano de obra y el trabajo artesano en edificación es algo a evitar porque aumenta los costes y es ineficiente. La industria de la construcción nos dice que es mejor trabajar con productos y procesos industrializados. ¡Pero esto es un error! Hay buenos profesionales de la construcción, albañiles, carpinteros, herreros,…, y de otras disciplinas cercanas, como la construcción naval, la aeronáutica, la mecánica y las artes escénicas, que pueden prestarnos un servicio excelente y a precios similares e incluso mejores que los que ofrece la industria. La Casa del Acantilado ha querido devolverle a la mano de obra la dignidad perdida, mediante un proyecto ambicioso que suponía un reto profesional para todos, comprometiéndonos con la cultura de la calidad y la excelencia, y ofreciendo más oportunidades de trabajo a la contra de la industria de la construcción, que tiende a automatizar procesos.
La vivienda se desarrolla en dos plantas, un gran salón aterrazado, siguiendo la ladera de la montaña, unido a una terraza en voladizo con piscina, y una segunda planta con las habitaciones que tienen miradores volados. La vivienda está enterrada en la pronunciada ladera y aprovecha una temperatura constante de 20 grados del subsuelo durante todo el año. Está cubierta por una lámina curva de hormigón armado sin apoyos intermedios que juega con la geometría del terreno y, que gracias a las escamas de zinc que la cubren, producen una calculada ambigüedad entre lo natural y artificial, entre la piel de un dragón contorsionándose, que desde arriba parece reproducir el color y la espuma del oleaje del mar, y desde abajo parece continuar la ladera natural, aunque con una materialidad contrastante. Esta cubierta permite la creación de un gran teatro doméstico, una planta baja diáfana de 150 m2 que puede llegar a funcionar como un auditorio para 70 personas, acoger grandes fiestas o simultanear las actividades de varios grupos de personas (tomar el sol en la terraza, comida junto al fuego, hacer una barbacoa, cocinar, hacer una siesta y ver un partido).

Reportaje fotográfico

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Publicaciones:

El Mundo, secc. Vivienda. «Habitar una vivienda en un acantilado.»

AD España. En Proceso.

Revista Diseño Interior #277

Mark Magazine. En proceso.

Revista c3 Korea

Interior Design (Nueva York)