Las áreas comerciales en nuestras ciudades históricas, plantean una relación singular entre la forma de la ciudad y la residencia. Las viviendas acaban amalgamadas y fagocitadas por la presión de las construcciones comerciales y por las tiendas de minoristas. Esto ha traído consigo unas interesantísimas relaciones de escalas, medidas, materiales, elementos figurativos; interesantísimos juegos espaciales entre las estancias para la intimidad y los lugares para la exhibición de productos de venta.
Las desestructuración tipológica y la forma de la residencia, se han visto sorprendidas por un mundo heterogéneo y de confluencias extrañas entre el espacio de la intimidad, los lugares de la complicidad y la relación social. Esto se ha hecho a costa de perder la forma de la vivienda, y de la disolución de cualquier estructura jerárquica y tipológica de la organización de las mismas.
El proyecto de estas viviendas “pret a porter”, consiste en un apilamiento de un conjunto de viviendas, todas diferentes, configuradas a petición del comprador, y por tanto amalgamadas en una reunión imposible, que nos ha obligado a generar todo el proyecto a partir de una estrategia doble.
Esta estrategia consiste, por un lado, en desjerarquizar la estructura de la vivienda familiar, originándola a partir de un espacio indefinido, versátil y variable, que controla lumínica, espacial y climáticamente cada una de las viviendas. Todas las viviendas se originan a partir de esta cabeza espacial, cuya piel de paneles móviles y giratorios, oxigenan la vida de la vivienda y ofrece un espacio privado necesariamente cambiante y variable: el resto de la vivienda es siempre diferente de una casa a la otra.
Por otro lado, la otra cara de la estrategia, consiste en establecer un dialogo heterogéneo, tanto en volumen como en la coloración de la piel exterior de este gran edificio en bolsa que encierra la diversidad del habitar.
Si quisiéramos definir en qué consiste este edificio tendríamos que acudir a todas las partes diferentes que contiene, y que son por tanto meras cantidades de un sugerente puzzle que no es si no la mezcla entre las relaciones comerciales y el habitar privado. Así podría describirse que tiene tres vestíbulos, dos plantas de aparcamientos independientes, cuatro azoteas privadas, una pública, tres patios, y una relación numérica traducida de las ordenanzas que hace variar la escala y proporción del edificio de cinco a nueve plantas de altura.
Esta amalgama entre habitar y ciudad, es el edificio mismo. La aleatoriedad de los colores y de la multiplicidad de posibilidades de aperturas ó cierres de la piel, manifiestan y exponen la vida del interior de los espacios domésticos.