El proyecto consiste en un edificio de tres plantas y sótano destinado a consultas médicas como extensión del Hospital Infanta Luisa. Las ordenanzas obligaban a dejar libre un patio en el fondo de la parcela, que se decide deprimir y que permite que la planta de sótano sea utilizada como una más. La organización de la planta tipo es muy sencilla, con cuatro consultas situadas en las cuatro esquinas dos hacia la fachada y dos hacia el patio, disponiendo entre ellas de forma longitudinal la sala de espera y en sentido transversal las comunicaciones y los aseos.
Formalmente el edificio pretende ser un eco del Hospital Infanta Luisa para que sea reconocido como parte de él, utilizando los mismos paneles de aluminio en la fachada, en la que resalta un cuerpo de hormigón visto con una celosía de lamas que señala el acceso principal y al que se confía la singularidad que un edificio de estas características debe tener.