La vivienda unifamiliar se ubica en El Garrobo, un pueblo de apenas 800 habitantes de la provincia de Sevilla, en un solar en el extremo de una manzana. Tomando como lindes de propiedad las medianeras existentes, la casa construye un gran vacío en el que mirarse, una habitación que condensa todo el espacio de la casa. Este vacío estancia, al abrigo del exterior y coloreado por el tránsito de la luz, pone «cada cosa en su sitio».
El patio es una «habitación sin paredes», lo que normalmente significa un espacio donde tiene lugar la escena de la vida cotidiana. Si en una vivienda la función pone cada cosa en su sitio, es decir, cada habitación en su lugar, el patio deshace estas correspondencias disolviendo la idea de estancia y de función.
«Una habitación sin paredes» es un espacio dominado por las acciones del cuerpo, el lugar en el que se mira la casa y por el que se filtran los fenómenos del exterior al interior. Es el lugar donde lo privado se confunde con lo público y lo de fuera se superpone con lo de dentro. En el patio, las paredes son como cortinas y los cierres son el cielo y la tierra que pisamos. Todas las casas deberían aspirar a contener una «habitación sin paredes».
Un pequeño pabellón de entrada abraza la casa al pueblo; tras él se erige un volumen de mayor altura, abierto al paisaje. Una serie de estancias apiladas en dos plantas se agrupan en torno al patio, que hace las veces de una habitación más. La diagonalización y espacialidad de la planta del estar se contrapone a la serie de dormitorios que tratan de ocultarse frente al patio. Una piel continua de madera hace de velo protector frente a la habitación de doble altura, una pieza que se tiñe de color en los atardeceres.
El sol penetra y descorcha la casa, quedando atrapado en esta gran estancia.
La casa se desmonta frente al paisaje, descomponiendo su unidad y organizando un complejo engranaje de piezas que resuelven su relación con el entorno, una relación que se modifica y se gradúa tanto como den de sí las estaciones o el deseo de sus moradores por enlazar las estancias con el atractivo paisaje circundante. Constructivamente, la casa se ha resuelto con unas pantallas de hormigón in situ, a las que se le han ido instalando unos paquetes a modo de «casetes» que contienen el oscurecimiento, el aislamiento térmico y la estructura auxiliar, con intención de liberar las vistas.
This single-family house is located in EI Garrobo, a village of some 800 inhabitants in the Province of Seville, on a plot of land at the end of a block. Taking the existing party walls as property boundaries, the house constructs a huge void in which to look at itself, a room that condenses the entire space of the house. This void-cum-room sheltered from the outside and tinted by the passage of light puts «everything in its place.»
The patio is a «room without wails,» which normally signifies a space in which the staging of everyday life takes place. If in a house function puts everything in its place, namely each room
in its place, the patio undoes these correspondences by dissolving the idea of room and function. «A room without walls» is a space dominated by the actions of the body, the place in which the house looks at itself and through which are filtered the phenomena of exterior to interior. It
is the place in which the private blends with the public and the outside is layered with the inside. In the patio the walls are like curtains and the closures are the sky and the ground we tread. All houses ought to aspire to having a «room without walls.»
A small entrance block clasps the house to the village; erected behind it is a volume of greater height open to the landscape. A series of rooms stacked on two floors is grouped around the patio, which serves as one more room. The diaqonalisation and spatiality of the living area floor is counterposed to the series of bedrooms that try and hide themselves opposite the patio. A continual skin of wood functions as a protective veil in front of the double-height room, an entity that is tinged with colour in the late afternoon. The sun penetrates and breaks open the house, remaining trapped in this great room.
The house is dismantled vis-a-vis the landscape, breaking down its unity and organising a complex mechanism of entities that resolve their relationship to the surroundings, a relationship that is modified and graduated as often as the seasons or the desire of its inhabitants to connect the rooms with the attractive surrounding landscape permit.
In constructional terms the house has been resolved with screens of in situ concrete, to which have been added cassette-like packages containing the shade-providing elements, thermal insulation and the auxiliary structure aimed at opening up the views.