Para construir la guardería se dispone de un solar con una pronunciada pendiente desde el que se disfruta del fantástico panorama que ofrece el cauce, casi siempre seco, del río Antas.
La ejecución de un gran bancal sobre el que situamos nuestros llenos y vacíos es la respuesta tanto a la peculiar orografía como al requerimiento normativo de que todas las estancias se localicen en un solo nivel.
El volumen construido se asoma hacia el paisaje como el objetivo de una cámara fotográfica que desea retratar lo contemplado; los colores que llenan las paredes de las galerías son destello de lo observado: la de acceso a las aulas refleja la gama de tonalidades del paraje del río, la de servicios y administración refleja solo el azul del cielo. En este símil, la reja tramex que protege gran parte de los vidrios ejerce como el diafragma de nuestra cámara.
Un gran armario, que transversalmente penetra desde el exterior en el vestíbulo, muestra el acceso principal.
Funcionalmente el edificio se estructura en dos sectores: el aulario, que se prolonga hacia el exterior como patio de juegos, y la zona de servicios y administración, que comprende sala de profesores, dirección, lavandería, cocina y aseos; el vestíbulo de acceso articula ambas zonas, y puede sumarse al salón de usos múltiples mediante la apertura de una gran puerta de hojas correderas.
Encajadas entre las aulas, se localizan las zonas de servicio para los niños: cambiadores, dormitorios y aseos; estas piezas alargadas reverberan, hasta alcanzar el patio de juegos, los colores que fueron capturados en la galería de acceso.
Dos plantaciones de populus bolleana -pequeña y agrupada junto al acceso principal, lineal y extensa en el patio de juegos- se incorporan al proyecto aportándole el beneficio de su naturaleza cambiante durante el año.
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