Un mirador que evoca las empalizadas medievales, una nueva torre vigía.
Como en la mayoría de los asentamientos residenciales vinculados a un núcleo defensivo, el emplazamiento no constituye una elección fortuita, sino que viene determinada por unas condiciones topográficas favorables al establecimiento de una red de control visual del territorio. Ello configuraba un entramado de líneas de fuga en dos niveles: el de la rasante “a través de las puertas”, que enmarcaba un punto focal concreto, y el de las plataformas aterrazadas del sistema de torres, que proporcionaba una visión panorámica de 360º. La liquidación de la alcazaba de Huéscar y el desmochamiento de su Torre del Homenaje dificultan la lectura de estos vínculos visuales, la relación entre el entorno construido y el natural, entre el monumento (como hito) y la extensión indefinida de su paisaje.
El proyecto valora el lugar en estas dos escalas. La próxima, afirmando el hito en la trama urbana, y la alejada, elevando una plataforma a modo de mirador que restituya los vínculos entre ciudad y territorio, entre espacio doméstico y paisaje.
Es nuestra sensibilidad contemporánea la que valora el patrimonio, material e inmaterial, que aquí existe: otorga importancia al lapidario romano, al deambular por los adarves, a la gran mole de tapial que construye la torre, al horizonte… Desde esta perspectiva, el pasado no existe, sino que se construye gracias a la historiografía y a través del proyecto. Siempre se interviene desde lo contemporáneo.
Entender el proyecto desde la evocación, más que desde la restitución de una morfología que desconocemos, siempre con el respeto máximo a la fábrica como documento abierto a lecturas futuras.
El emplazamiento no constituye aquí una elección fortuita, sino que viene determinada por unas condiciones topográficas favorables al establecimiento de una red de control visual del territorio. Pero la liquidación de la alcazaba de Huéscar y el recorte de su Torre del Homenaje dificultan la lectura de estos vínculos visuales, la relación entre el entorno construido y el natural, entre el monumento (como hito) y la extensión indefinida de su paisaje.
El proyecto valora el lugar en estas dos escalas. La próxima, afirmando el hito en la trama urbana, y la alejada, elevando una plataforma a modo de mirador que restituya los vínculos entre ciudad y territorio, entre espacio doméstico y paisaje.
La intervención muestra cómo una sensibilidad contemporánea valora el patrimonio, material e inmaterial, que aquí existe: otorga importancia al lapidario romano, al deambular por los adarves, a la gran mole de tapial que da forma a la torre, al horizonte… Desde esta perspectiva, el pasado no existe, sino que se construye gracias a la historiografía y a través del proyecto.
Siempre se interviene desde lo contemporáneo. Por ese motivo, la puesta en valor de la Torre del Homenaje se entiende desde la evocación más que desde la restitución de una morfología que desconocemos, siempre con el respeto máximo a la fábrica como documento abierto a lecturas futuras. Esta evocación, esta recuperación del horizonte, pasa por poner de manifiesto el carácter defensivo de la Torre. Para ello era necesario hacer visibles sus memorias específicas, aquellas que provienen del imaginario militar. Y por ello se evoca la naturaleza de las empalizadas medievales, mediante una construcción en madera que devuelve la presencia vigía, permite el ascenso mediante rampas y crea nuevas visiones y espacios, reconociendo que, anterior a la componente defensiva, el lugar ya tenía identidad como paisaje, expresaba su innegable condición geográfica y territorial.
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