“Cualquier diseño es un intento muy riguroso de captar en todos sus matices un momento específico de una realidad transitoria”. Sobre este prefacio de Álvaro Siza en su libro Profesión Poética partimos.
El proyecto nace con la voluntad de crear un espacio que surja en relación a los objetos. La nueva aparición de la forma plástica, volviendo con fuerza para tomar protagonismo, pero ya no a la manera clásica del edificio, sino con el contenido de dotar de unidad, conectar, envolver, separar y devolver el eco del espacio. Convertir de nuevo la forma en un potente instrumento, no en un débil fin estilístico. Sólo cuenta el espacio.
Interiormente se procede a un redescubrimiento de los espacios que surjan en relación a los objetos. La densidad de la luz, la transparencia, la visión, el vacío, la tensión, el límite, el movimiento, el tiempo. Sólo las necesidades reales son capaces de dar formas a las ideas. No sólo resolver un complejo programa que compatibilice los distintos usos, sino que también se trate de un lugar con una fuerte carga simbólica.
Se procede a una estructificación del programa necesario, articulado en torno a un eje que cose los distintos espacios. A medida que se avanza se evoca al ermitaño que se cierra.
Continuando con el desarrollo del contenedor, siempre nos ha interesado la oposición expresiva entre las zonas necesariamente cerradas (Quirófanos, habitaciones, consultas,…) y las libre o públicas, oposición en la que siempre preferiríamos agrupar o comunicar (aportando continuidad) para modificar sus dimensiones perspectivas. Encontrar en la delicadeza de la madera y en la perfección de un vidrio o una piedra algunas cualidades de la arquitectura serena. Lo que pretendemos es que uno tienda a mirar hacia adentro en lugar de hacia fuera.
La cuestión del detalle es sumamente importante; un elemento mal calculado, una proporción incómoda puede comprometer todo. Llegar con la obsesión a conseguir que las cosas sean correctas. La intervención reelabora el concepto de clínica. Redefinir los usos y dignificarlos al máximo. Dar serenidad a cualquier tipo de actividad que se desarrolle en ella.
Han cambiado las formas y las necesidades a la hora de presentarse y ya no es suficiente enseñar. La necesidad de crear identidad es una realidad imprescindible. Definir escenarios, capaces de comunicar aspectos de imagen más allá de sus características técnicas y funcionales, interpretar el concepto de “espacio” de forma más abierta respecto a la disciplina del interiorismo, intentando definir nuevos ámbitos de proyecto.
