La casa Kasia se desarrolla como reacción a la situación y topografía. Posada sobre la parcela, como una presencia rotunda.
La fuerte topografía en la que se desarrolla la urbanización ha generado casas compuestas de partes que se desgajan a lo largo de la ladera produciendo un sinfín de desniveles y alturas. La casa se genera como una reacción frente a lo que le rodea, y anticipándose al terreno, genera una caja que pretende volver a la horizontalidad como propuesta, frente a la verticalidad de la topografía como condición, la casa se naturaliza a través de una funcionalidad reglada que “evita” la tentación de seguir la pendiente a que la naturaleza obliga.
Para ello, el desarrollo de la casa se hace en sentido inverso, accediendo a ella a través de las zonas comunes, pero situando los dormitorios en un nivel inferior. El dormitorio principal, a modo de volumen simbólico y contundente, aparece en el nivel superior volando sobre la piscina e interactuando así con el horizonte, proporcionando además cobijo a la zona noble. La caja se posa sobre los dormitorios que aparecen a modo de basamento de piedra que se entiende como parte del terreno y que sublima el concepto y la caja, que aparece exenta, como algo etéreo, posado ajeno a la condición, imponiendo su forma, su postura, su naturaleza como mirador.