Contenedores Mediterráneos:

El Puerto de Sevilla requería una nueva Terminal de Cruceros con un carácter flexible, multiusos, ampliable, fácilmente removible e incluso trasladable. Esto le permitiría adaptarse a la dificultad de previsión del volumen de pasajeros en el puerto y no limitaría las posibilidades del valioso espacio urbano-portuario del Muelle de las Delicias. La propia Autoridad Portuaria planteó resolver el proyecto mediante contenedores marítimos. Por otro lado, el lugar junto al casco histórico, reclamaba un objeto de calidad arquitectónica que promoviera el diálogo entre el puerto y su entorno urbano.

Monteje de la terminal de cruceros de Sevilla

Montaje en seco de la terminal

El trabajo in situ sólo podía durar 15 días, el tiempo máximo entre el atraque consecutivo de dos cruceros. La construcción modular con contenedores marítimos reciclados permitiría el trabajo en taller, aseguraría precisión en la puesta en obra y garantizaría el cumplimiento de los plazos de ejecución.
El diseño sostenible de la terminal aprovecha las posibilidades constructivas y plásticas de los contenedores reutilizados, adaptándolas a un entorno y a un clima concretos. El calor del sol en Sevilla sobre la envolvente de chapa podría convertir la terminal en un horno. Las estrategias bioclimáticas son, por tanto, imprescindibles.
Se disponen en paralelo contenedores “high cube” separados, y sobre el espacio entre ellos se colocan contenedores estándar cuyo suelo se baja hasta la cota del de los anteriores, obteniéndose dobles alturas que desahogan el espacio.
En la chapa lateral de los contenedores inferiores se abren los máximos huecos posibles para no comprometer su estabilidad estructural tanto en su fase final como durante su transporte, montaje y desmontaje. Así se consigue el gran espacio unificado necesario funcionalmente.

Estudio termodinamico

Estudio termodinamico

estudio termodinamico

estudio termodinamico

Los contenedores estándar superiores actúan como lucernarios. Se abren ventanas al norte de forma que sólo reciben la luz indirecta reflejada en la superficie de los otros contenedores. El aire más cálido se sitúa por estratificación en esta parte superior. Las luces y sombras generadas así como los machones estructurales de chapa, permiten diferenciar interiormente los distintos espacios yuxtapuestos de los contenedores recordando, a menor escala, la sucesión de las tradicionales naves portuarias. Al estar los contenedores superiores separados entre sí y sobresalir en vuelo hacia el río, se reconocen individualmente con claridad. Miran, reciben y sorprenden a los pasajeros.

Atraque del Azamara Quest

Atraque del Azamara Quest en el muelle de Las Delicias de Sevilla

 

En los extremos este y oeste de estos lucernarios se diseñan ventanas practicables de forma que los vientos dominantes del este y del oeste cruzan fácilmente el edificio retirando el calor de la parte alta.
La pintura blanca exterior permite la reflexión de hasta el 90 por ciento de la radiación solar y su especial composición con microesferas cerámicas evita su excesivo calentamiento.
La volumetría exterior generada dialoga con el entorno. La planta inferior, más masiva, está deprimida con respecto a la cota de la ciudad. Los lucernarios separados permiten observar ambas riberas a través de ellos. De cerca, muestran claramente su naturaleza de contenedor marítimo. Desde la otra orilla, Los Remedios, conforman un basamento bajo con forma de damero que no compite con la arquitectura regionalista que hay detrás de él.
Con la máxima sostenible del ahorro y el reciclaje, las puertas que se retiran de los contenedores superiores se aprovechan en el interior; los suelos originales también se utilizan,
una vez tratados, como pavimento terminado. Los acabados no intentan ocultar los detalles industriales que permiten reconocer al contenedor, dando una inconfundible personalidad al espacio. Se dispone de las matrículas localizadoras de cada uno de los 23 contenedores reutilizados. Tienen una media de 15 años y cada uno ha recorrido 1.150.000 km. Esto equivale a tres veces el viaje de la tierra a la luna o a 29 vueltas al mundo.
La calidad de la arquitectura debe medirse también por su capacidad de resolver adecuadamente los problemas a un coste razonable, especialmente en una situación de crisis económica. El precio de ejecución material ha sido sólo de 443 €/m2 gracias a un diseño eficaz pero sencillo y al uso de materiales reciclados que constituyen el 97% del total.

Vídeo del proyecto