La Sevilla del siglo XIX, de la mano del ‘asistente’ Balbino Marrón, abrió su tejido edilicio con el diseño de sus espacios públicos y sus fachadas homogéneas; con ello, también, la casa, la habitación, se exteriorizó e hizo más visible: un contenedor disponible, en su origen para albergar el Proyecto Doméstico decimonónico, atento sobre todo al adecentamiento urbano y a la vida ciudadana.
Así aconteció con la calle Morería, y su número 10, allí donde un siglo después –hacia 1960- se instaló el sindicato del metal, el nuevo movimiento sindical de oposición al vertical conocido como Comisiones Obreras.
Transformado el edificio sucesivamente, y sin demasiada fortuna, a lo largo del siglo XX en aras de una imposible funcionalidad, con la clausura del patio en cada planta, añadidos, apósitos o la compartimentación de sus salas hasta hacerlas irrespirables, se minimiza la valoración y vinculación de los usuarios con el inmueble, produciéndose un desapego y deterioro progresivo del mismo.

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Imágenes del estado previo de las oficinas

La actuación ha pretendido recuperar ese vínculo necesario y, hoy día, reivindicado de forma generalizada por el mundo laboral, entre el modo de habitar los espacios cotidianos asociados al trabajo y la arquitectura que se dispone para ello.
Con tácticas que parten de la limpieza general y puesta en valor de los elementos significativos del edificio o que forman parte ya de la memoria reciente del sindicato, la actuación se centra en habilitar las exigencias del programa simbólico y administrativo de las distintas Fundaciones que vendrán a ocuparlo en un espacio de continuidad atmosférica, apenas diferenciado por unos muebles separadores. La transparencia y el tratamiento incisivo de la luz o la intencionada aparición del color (RAL 1001), como hechos diferenciales para cada uno de los ámbitos disponibles del edificio, serán los argumentos ambientales de estos diversos relatos que dan sentido a la nueva casa.

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Vista de la calle Morería en 1961 y acceso a la antigua casa del Sindicato del Metal.

Así, y recorriendo los distintos niveles que registran el edificio en altura, se significa la planta baja como lugar de presentación –representación- de la memoria del Sindicato a la ciudad, estableciendo un plano de continuidad con ésta y planteando la disponibilidad de la planta, en su práctica totalidad, para exposiciones y encuentros con la ciudadanía.

En las plantas superiores, cosidas en un sentido común por la lámpara (lucernario vertical) que recupera la dimensión y sentido original del patio, se redistribuye –en las crujías perimetrales que conforman el contenedor- el espacio necesario para ser ocupado por el personal asignado a cada Fundación. En los vacíos que quedan, surgen los lugares de posibilidad para otros encuentros esporádicos, formativos, reivindicativos.
Así, hasta llegar a la planta de cubierta, la azotea, recreada como habitación abierta a los techos de la ciudad, aludiendo a una tradición capaz de convocar a la vieja montera de vidrio o a la pérgola de acero, soporte de una sombra necesaria para su acondicionamiento ambiental o de una vegetación siempre presente en estos planos de lo lúdico y contingente.

Ficha Técnica

Nombre del proyecto: Rehabilitación de la Sede de la Fundación de Estudios Sindicales de Comisiones Obreras.
Arquitectos: FACTOR (IA) Arquitectura y Urbanismo S.L.P
Colaboradores: Mª Rocío Vázquez Romero
Dolores López Baena
Daniel Espada
Juan Limón
Antonio Calzado
Promotor/cliente: Comisiones Obreras de Andalucía (CCOOA)
Localización: Calle Morería, 10, Sevilla
Estructuras: CALCONSA
Instalaciones: INSUR, SL
Constructora: SANROCOM, S.L.