El proyecto consiste en la construcción de 62 viviendas de protección oficial, divida en dos fases. La primera fase contempla dos bloques exactamente iguales de 18 viviendas cada una, lo que completa un total de 36 viviendas con régimen de protección especial. La segunda fase son viviendas unifamiliares en un total de 26 viviendas en régimen general. La primera fase debe ser diseñada para unas viviendas que tienen más restricciones en cuanto a superficies que la segunda fase. Las parcelas configuran un lugar periférico de extensión de la ciudad.
En la primera fase se ha optado por situar 8 de las viviendas en planta baja, con todo su programa desarrollado en dicha planta, y situar las 10 viviendas restantes en plantas primera y segunda a modo de dúplex, lo que nos facilita los accesos eliminando la necesidad de ascensor a una tercera planta y por tanto reduciendo costes, siempre a favor de la calidad de las viviendas.
Las viviendas situadas en planta baja poseen patio exterior privativo de cada una lo que favorece la extensión de la vida al exterior y garantiza la calidad planta primera y segunda (dúplex), utilizan las cubiertas de las viviendas de planta baja para construir sus propios espacios exteriores en forma de terrazas descubiertas que, para evitar servidumbres de vistas, poseen elementos de cierre a 1,80 m de altura. Nadie molesta a nadie, nadie mira a nadie. Todo el mundo disfruta de su espacio exterior, de su trozo de cielo y de su trozo de naturaleza (patios-terrazas), aquello que no afectando a los costes eleva la calidad de vida de sus propietarios. Ésta solución permite eliminar la imagen arquetípica de edificios residenciales donde la mayoría de las estancias dan a patios interiores de servidumbres de luces y vistas, que son extremadamente difíciles y molestas, provocando tensiones entre los propietarios.
Sin embargo todo ese mundo de patios, de mirar al cielo, de sentir al vecino pero no verlo, de alargar la mirada, de luces y sombras, no se refleja en el exterior. Salvo en determinados huecos en donde se deja entrever que ocurre en el interior, huecos pensados en escala urbana, de grandes dimensiones, que permiten respirar al edificio.
El exterior posee un tratamiento mucho más urbano, donde prevalece el conjunto frente al individuo, construyendo ciudad. Se busca la formalización clara de dos objetos contundentes urbanos.
El balcón, extraído del recuerdo tradicional es interpretado con una imagen más contemporánea, sintetizando sus elementos, haciéndolo hasta el extremo sencillo. El color (azul, rojo, blanco) responde a una idea clara de reestructurar el objeto urbano, intenta focalizar las visiones desde la calle, organizar un escenario que vibra con las horas del día, con los ángulos de visión, con los estados de ánimo, con la meteorología.
En la segunda fase las viviendas unifamiliares se organizan con la misma idea de distinguir entre la calle y la vida en el interior. Los salones, las cocinas y el dormitorio principal se vuelcan hacia ese trozo de naturaleza privada, atrapada, el patio. Cuando se entra desde la calle el núcleo de comunicaciones de la casa nos enseña como se organiza la vida dentro. Amortigua el cambio de escala, introduciendo la luz que dejamos en la puerta de entrada para convertirla en una luz más doméstica, más acotada. Un Vibrato.